A mi no me hablen de marihuana
ni cocaína,
para mi la droga mas grande
siempre fue su sonrisa.
Su mirada y cabello,
su dulce voz
y el sabor de sus besos.
Aprendí de las noches en vela,
a valorar su recuerdo;
esa foto en blanco y negro
que solo habita en mis letras.
Aprendí por las malas
que quizás lo eterno no es imposible,
tan solo es efímero.
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